Durante años, estar en situación desempleo suponía “delegar la responsabilidad” en las instituciones oficiales encargadas de gestionar prestaciones y ofertas de empleo. A principios de los años 90 esta realidad comenzó a cambiar con la aparición de las primeras ETT´s. A partir de ahí, el desempleado adopta un papel activo, y las empresas encuentran nuevas soluciones de contratación, más allá de las Oficinas de Empleo. Economía y sociedad continúan evolucionando y actualmente se impone un modelo basado en la atención personalizada tanto en las características del mismo como en la duración. Disciplinas antes orientadas al desarrollo personal se orientan ahora al empoderamiento del desempleado para que sea el/ella quien genere sus propios recursos y se sepa desenvolver con éxito en el mercado actual. Pero ¿qué ha pasado con los servicios públicos de empleo?. Estos también se renuevan e intentan dar solución a la enorme demanda laboral que caracteriza la sociedad actual, lamentablemente, menos de un tercio de los parados espera que los servicios públicos de empleo se pongan en contacto con ellos, lo que supone la cifra más baja de toda la serie histórica que comienza en el año 2005, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). Según El Economista sólo el 31,3% de los parados que buscan trabajo están a la espera de una llamada de las oficinas del Servicio Público de Empleo, una cifra más de cuatro puntos inferior a la registrada un año antes (35,5%). ¿Qué alternativas existen para dar cobertura a esta necesidad?. Las personas necesitamos que se nos escuche, que se nos comprenda y, cuando nos ponemos en marcha esperamos soluciones. Además la satisfacción es mayor cuanto más implicados hemos estado en el proceso y cuando más se asemeja lo ocurrido a nuestras expectativas.
Deja un comentario