Reinventarse es un trabajo casi diario que requiere disciplina y método. Nadie se acuesta una noche como es y se levanta como ha soñado que le gustaría ser. Pero con trabajo y disciplina todo es posible. Nada es fácil y más en estos momentos tan complicados pero es posible. La condición imprescindible es tener claro un objetivo, que se quiere conseguir, y asumir los sacrificios necesarios y perseverar.
Cierto que no es fácil y la desesperación en momento concretos, cuando las circunstancias personales son dramáticas, pues no dan mucho margen para poder actuar.
Pero no hay otro camino.
He recopilado a lo largo del tiempo muchas historias de superación personal y toda tienen en común una cosa concreta sabían cuál era el objetivo que querían conseguir; y la segunda estaban comprometidos para conseguirlo.
Ahora que estamos con los juegos olímpicos, he descubierto una estupenda historia que escenifica estas cosas.
Un escuálido nadador de 12 años, y con pocas posibilidades, le dijo a su entrenador que quería ganar una medalla olímpica.
El entrenador en vez de disuadirle, se lo tomó al pie de la letra y le ayudo mediante el método de dividir el sueño en parte.
Le marcó hitos que descomponían el sueño en fases alcanzables.
Adrian Morhouse ganó la medalla de oro en 1988.
Lo más sorprendente es que su entrenador no sabía nadar.
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