Dicen que se ha perdido una generación, la generación de jóvenes de los 80 y 90. Nos dan por perdidos, ¿qué podemos hacer a ésto?
Una generación que crecimos creyéndonos las palabras de los cuentos populares y de las generaciones superiores cuando decían que éramos la generación del futuro: formada, que podíamos desarrollar la carrera profesional en cualquier país y sin problemas económicos.
Pues bien no se equivocaban. Mi generación se moviliza a otros países en busca de empleo pero lo hacemos obligados por la situación económica y laboral en España, porque reclamamos y exigimos una oportunidad laboral, para desarrollar los conocimientos y habilidades que llevamos dentro y piden salir, sin limitaciones.
Pero han echado el freno de mano a nuestro desarrollo y hemos vuelto al principio que regía los RRHH hace años: la preocupación por la gestión de nóminas, bajas y papeleo, sin tener en cuenta la gestión del talento como punto fuerte en las empresas. Fuimos preparados para enfrentarnos a unas circunstancias laborales con visión de futuro, abiertas al desarrollo, al crecimiento, a la innovación y a la creatividad, pero no a lo que realmente está pasando. ¿Cómo podemos trabajar con unas competencias que no se utilizan? Y además sin oportunidades de empleo para desarrollarlas, porque nos están apartando, no creen en nosotros y nos dejan fuera de juego.
Vamos a seguir creyéndonos lo que nos decían, porque es verdad, somos una generación potente, formada y con unas cualidades muy buenas. Continuemos con ese entusiasmo y optimismo que nos caracteriza porque es la piedra angular del futuro. Apelemos a la gestión del talento y de las personas como punto clave para el cambio organizacional y el éxito empresarial.
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