Go to Top

Construir la narración

cabe16x
El autorretrato no puede ser una cadena de recuerdos contados unos detrás de otros: hay recuerdos pero también pensamientos, juicios de valor, esperanzas, miedos, presentimientos, acusaciones, revelaciones, estados de ánimo, dudas, estremecimientos, y sobre todo una mirada de la vida alejada del lirismos innecesario y que aspira a hacer un retrato equilibrado de la realidad ( ni idealizando nada ni afeando nada ).
Hasta que no construimos nuestra narración haciendo comentarios que le den el sentido que tuvieron o el sentido que ahora queremos darle, no conseguimos aportar coherencia y sentido a la cantidad de hechos plurales y fragmentarios de nuestra vida, de la experiencia vital, de la experiencia profesional.

Los comentarios en la vida profesional hacen referencia al esfuerzo, a la motivación con la que lo hicimos, al compromiso, a los conocimientos que tuvimos que aplicar, a las capacidades que nos facilitaron llevarlo a cabo, a lo que aprendimos o sufrimos.”Durante cinco años estuve haciendo apuntes de contabilidad fueron sin embargo años gloriosos para mí porque los compañeros que hice ahora son mis amigos y mis mejores prescriptores” me decía un candidato interpretando su vida.
Con intención o sin ella, mas por ignorancia que por modestia, más por pudor que por desidia, la mayoría de los candidatos presentan un autorretrato afeando su imagen, y sobre todo no interpretando su vida, no dándole sentido a lo narrado, transmitiendo una identidad profesional empobrecida, borrosa o francamente negativa.

Merece la pena apuntar las dos razones que consideramos sostienen tamaño atrevimiento:

El pudor

 El temor a parecer pretencioso o prepotente si interpreto mi vida o le doy un sentido positivo a lo que he hecho o he experimentado. El miedo a “hacer publicidad de uno mismo” y la necesidad de alejarse de la sospecha de pretender hablar auto alagarse, de mostrarse atractivo. Sin embargo la entrevista es el momento para no dejar de mostrar las cualidades que uno posee y hacerlo con la convicción y la humildad que tal momento requiere. La tendencia de la mayoría de los candidatos, en contra de la opinión o temor mayoritario, es a “mostrarse a la baja” obligando al entrevistador a descubrir lo que hay por debajo la narración.

Idealización de las cualidades y posibilidades del entrevistador

La otra razón ya apuntada cuando hablábamos del entrevistador es la idealización de las cualidades y posibilidades del entrevistador, alimentando la ilusión de que delante de nosotros tenemos a alguien que, con mirada de rayos X para identificar los intangibles, descubre quien somos, que fortalezas y ventajas adornan nuestra personalidad o que debilidades y amenazas nos acechan. Pensamos que el otro (delirante ilusión) va a conseguir saber de nosotros lo que, con toda seguridad, a nosotros mismos nos cuesta saber y a veces pretendemos seguir ignorando. Suponemos que vamos al médico que este nos hace un análisis de sangre y el médico “nos dice o que tenemos”. En la entrevista es al contrario: nosotros le decimos al entrevistador, previo análisis de investigación por nuestra parte ( el autoconocimiento) “le decimos lo que tenemos” 

Pero nada ni nadie nos puede ahorrar el esfuerzo, exclusivamente personal de conocernos, de hacer un autorretrato profesional con sentido, interpretando el candidato su vida y no delegando en el entrevistador la autoridad de la interpretación. El único y primero que debe juzgar nuestra vida es uno mismo y puede ser un drama cuando otra persona, por desconocimiento de las claves de nuestra vida, por dejación de nuestra responsabilidad, es la que le da sentido y significado a nuestra vida.