La pregunta que respondemos en este capítulo es:
¿Qué sentido de doy a mi historia, que mensaje quiero que se lleve mi interlocutor?
El sentido es la dirección, el mensaje que queremos darle a una frase o a la narración de una situación.
La frase que describe una situación vivida como ”anoche fui a cenar a un restaurante de nueva cocina”se le puede dar muchos sentidos si la completamos con estos comentarios: “había una buena relación calidad y precio” (mensaje de contenido económico). “Estaba muy bien presentado y la decoración estaba bien cuidada y era acorde” (sentido estético). “Estábamos relajados y animados en un ambiente entre amigos” (sentido relacional). “Fue una cena estupenda, lo pasamos muy bien y nos divertimos mucho” (sentido puramente emotivo).
Muchos, muchos candidatos se empeñan en contar la historia profesional como si se tratara de un capitulo del boletín Oficial del Estado: con la máxima objetividad, sin la más mínima interpretación de los hechos, suponiendo que ganamos veracidad en nuestro relato si aportamos objetividad y desapego a lo que contamos. Hablan con la secreta esperanza del que el interlocutor, el entrevistador descubra el sentido a la narración, a su vida. En realidad estos candidatos están invistiendo al entrevistador de una autoridad a la que el candidato no puede renunciar, ni delegar, que es la de interpretar la propia vida, darle el sentido a lo que ocurrió, a lo que narra. Los comentarios que el candidato hace cuando narra su experiencia profesional, nosotros, en este taller, le llamamos “las perlas interpretativas”. Con las perlas conseguimos que la entrevista no sea una narración objetiva sino subjetiva.