Lo tradicional, o normal, lo convencional es que el candidato cuando acude a una entrevista asuma de entrada una actitud pasiva, receptiva, reactiva,” a verlas venir”, por esta razón, al final de la entrevista, el candidato suele tener una imprecisa percepción de cómo ha ido la entrevista, de si ha conseguido los objetivos o no.
Optimizar la figura del candidato es la propuesta de que el candidato asuma la posición que le corresponde para cumplir con su papel dignamente y con la responsabilidad apropiada para ese momento.
La posición debe ser activa, proactiva, de protagonismo, dado que él va a ser el que va a llevar la voz cantante, el que más tiempo dispone para hablar, a lo largo de la entrevista. Él es el novio o la novia en esta boda y no bebe oscurecer ni apartarse de este papel protagonista. El entrevistador le dejará hablar, al menos, durante el 80% de la entrevista y para eso debe estar entrenado, alejado de las posiciones defensivas y pasivas y con una apuesta para optimizar su figura delante del entrevistador. La entrevista para el candidato no es solo responder sino elegir la respuesta transmitiendo un mensaje, sosteniendo y corroborando con el lenguaje del cuerpo y enfatizando con el cuerpo del lenguaje durante la puesta en escena, consciente de la finalidad que se busca. Juega en campo contrario y la estrategia es el ataque.